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IV Domingo de Pascua (B)

 

4/21/2024

 

Hechos 4: 8-12

1 Juan 3: 1-2

Juan 10: 11-18


 

Este domingo se conoce como el domingo del Buen Pastor.  Para muchos la imagen del buen pastor sugiere cariño, cuidado y entrega.   Pero es un poco difícil para nosotros que vivimos en una época moderna captar el sentido de la lectura.  Mismos si hemos visto un rebaño, el papel el pastor es totalmente distinto de lo que era en tiempos antiguos.  En esta época, el pastor tenía que dedicarse totalmente a las necesidades del rebaño.  Su tiempo se consumía en buscar lugares donde las ovejas pudieron encontrar comida y agua, donde pudieron evitar los peligros de ladrones y animales salvajes, donde pudieron dormir en seguridad.

 

Jesús dice que él es el Buen Pastor que da su vida para el rebaño.   La gente que le estaba escuchando entendió los riesgos que corrió un pastor de ovejas.  Si venia un animal salvaje, el pastor tuvo de decidir: salvar a sí mismo o salvar al rebaño.  El pastor tenía solamente su bastón o piedras para protección.  Si un animal estuvo con hambre, el peligro era grande.  La idea de perder su vida cuidando el rebano no era algo rara. 

 

Jesús se identificó completamente con el Buen Pastor.  Dijo ‘Yo Soy”, utilizando las palabras que Dios usó cuando se identificó a Moisés.  Seguro que los judíos pensaron que Jesús estaba identificando con Dios, un tipo de blasfemia.  Sin embargo, Jesús proclamó que pastorear sus ovejas no era solamente su trabajo, era la esencia de su persona.  Y por más radical que esto pareció, dijo además que El era pastor no solamente de Israel, sino que tenía también otras ovejas que no eran de este redil.  En otras palabras, su misión es universal.  El vive por el bien de todos, no solamente por el pueblo de Israel.

 

Esta idea chocó las sensibilidades de los judíos.  Toda su historia habló de Israel como el pueblo escogido.  Sus escrituras estaban repletas de historias de derrotes de sus enemigos, como los egipcios en el Mar Rojo.  Y ahora Jesús estaba declarando que el amor de Dios se extendió a todos, a los que no compartieron la historia de Israel.  Estaba diciendo que su amor era tan grande que estaba listo a dar su vida por su bien.  Este Buen Pastor cuidaba a otros rebaños con la misma entrega como lo que tenía para los judíos. 

 

Esta idea era totalmente nueva para los judíos, y en verdad sigue molestándonos hasta hoy.  Mismo si estamos dispuestos a aceptar que el amor de Dios es san limites para nosotros, encontramos difícil creer que este mismo amor se extiende a los prisioneros culpables de homicidio; a los narcotraficantes que venden la muerte a tantos; a los terroristas responsables por la muerte de cristianos en el Medio Oriente; y a veces por nuestros parientes que nos han ofendido hace años.  La más linda de las enseñanzas de Jesús nos causa problema cuando nuestra naturaleza humana quiere justicia a nuestra manera. 

 

Estamos todavía en el tiempo de Pascua con la buena nueva de Cristo Resucitado.  Creemos que la vida surge de la muerte, que valentía puede nacer de debilidad, y que alegría sigue tristeza.  Es tiempo para creer en milagros.  Entonces, en los momentos cuando más necesitamos la ayuda de Jesús, podemos consolarnos con sus palabras, “Yo soy el Buen Pastor”.

 


"Sr. Kathleen Maire, OSF"  <KathleenEMaire@gmail.com>


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